Crisis del Sename a la luz de la historia: las infancias olvidadas


2016 10 19 Sename Historia

La académica del Instituto de Historia UC, Ximena Illanes y el doctorante Miguel Morales, publicaron una columna en El Mercurio sobre la necesidad de otorgar una perspectiva histórica a la crisis que se vive en el organismo de menores. Aseguran que es necesario observar a los niños y adolescentes vulnerados como un espejo de la sociedad en Chile y el mundo, al tiempo que llaman a analizar diversos periodos donde el abandono y la rotación de niños institucionalizados ha sido un conflicto recurrente. 

La crisis del Servicio Nacional de Menores (SENAME) ha sido abordada a través de diversas disciplinas. Psicólogos y trabajadores sociales se han referido a la calidad de los programas, psiquiatras han analizado la carencia de lugares capacitados para tratar a niños con trastornos de personalidad y economistas se han referido a la falta de recursos y poca eficiencia administrativa de los mismos. Esta vez, desde el Instituto de Historia UC y el doctorado de esta unidad, surgen voces que otorgan una perspectica histórica sobre el tema.

La docente del Instituto de Historia UC, Ximena Illanes y el psicólogo y estudiante de doctorado, Miguel Morales publicaron una columna conjunta en El Mercurio, sobre el abandono de la infancia en diferentes épocas y contextos, tras los hechos que han marcado el debate sobre la crisis actual. El primer acontecimiento relevante que destapó la gravedad del tema este año, señalan los académicos, fue la noticia de la muerte de Lissete (12) en un centro administrado por el organismo.

Ese hecho, aseguran, "volvió a instalar la pregunta por el estado actual de las políticas de protección hacia la infancia vulnerada en nuestro país, en particular, por las condiciones de vida a las que se ven enfrentados miles de niños y niñas que viven en instituciones públicas y privadas dedicadas a acogerlos y resguardar sus derechos fundamentales". De ahí en adelante, las historias y cifras fueron develando la magnitud del problema, hechos que distan "de ser una situación particular o accidental, como quiso presentarse en un comienzo", afirman los académicos.

Los casos de menores fallecidos en este contexto, que llegan a 1.313 desde 2005, continúan, "parece tratarse de hechos sistemáticos y prolongados en el tiempo". A partir de esta afirmación, Illanes y Morales, se refieren a cómo los políticos y especialistas han puesto el foco de atención en "las causas de las muerte, los problemas de atención médica, especialmente psiquiátrica, la mala infraestructura y las responsabilidades del Estado". Pese a la necesidad de observar el fenómeno desde estas aristas, manifiestan, también es importante poner en perspectiva histórica una situación que supera los problemas actuales de la entidad "o las maneras en que una o determinada gestión de recursos podrían resolver finalmente este asunto".

Estos menores vulnerados e institucionalizados, aseveran, son "verdaderos espejos de una sociedad y su historia, no tan solo en Chile, sino que en todo el mundo". En estos términos, los investigadores llaman a reflexionar sobre el concepto de “abandono”, una palabra que suele aparecer en los medios de comunicación al abordar este tema, pero que "presenta una ambigüedad peligrosa", pues llama a buscar culpables y se aleja del fondo del problema.



Rotación infantil a lo largo de la historia

Illanes y Morales enumeran una serie de hechos históricos donde se vislumbra la temática de la infancia vulnerable. Explican que, "a fines de la Edad Media, diferentes instituciones de asistencia se especializaron en acoger a miles de criaturas abandonadas en los espacios urbanos; uno de los casos estudiados es la Barcelona del siglo XV". En esta época, relatan, muchos niños fueorn dejados en las puertas del Hospital de la Santa Creu, pues sus realidades impedían hacerse cargo de los hijos.

"Las pequeñas cartas, ropas y abrigos, medallas partidas por la mitad y señales de identificación, reflejaron un doloroso proceso de separación momentánea o definitiva", dan cuenta los historiadores. Este acontecimiento, generó una constante rotación de los menores en distintos hogares o casas de nodrizas, "uno de ellos llegó a tener 16 nodrizas", ejemplifican. Cuando estos niños cumplían seis años, cuentan los investigadores, "comenzaban a trabajar o aprender un oficio en otros hogares".

Abordan también el caso de Chile. Manifiestan que Nara Milanich ha estudiado la Casa de Huérfanos de Santiago durante el siglo XIX y "percibió también una circulación constante de los niños que fueron depositados en la institución, donde convivieron prácticas informales de cuidados en los periodos de lactancia, por las mismas madres o vecinas". 

Lo anterior, aseguran, dificultó la creación de lazos afectivos y la integración a la comunidad. "Los registros, a su vez, mencionaron historias de maltratos y abusos. Por el contrario, los niños que lograron superar el estigma de la marginación, fueron los que estuvieron bajo el cuidado de una sola nodriza, tratados como hijos en las casas donde aprendieron un oficio, tanto así, que nadie sospechaba que venían del Hospital".

A partir de investigaciones como las descritas, dicen los académicos, se puede reflexionar sobre la realidad actual del SENAME y el lugar que estas instituciones han tenido en las sociedades que las han construido. "A pesar de la distancia del contexto histórico estudiado, se aprecia la persistencia de problemas graves al interior de los establecimientos financiados por este servicio, al mismo tiempo que se observan las dramáticas realidades de las familias de los niños y niñas, la circulación de muchos que son designados de un centro a otro y la dificultad constante de construir lazos afectivos duraderos", sentencian.

Illanes y Morales recalcan además, que el uso del concepto de abandono en casos como los anteriores, puede pemover "la invisibilización de la precariedad y desigualdad social de los niños, niñas y sus familias, que son usuarios de este sistema". A la vez, manifiestan que las problemáticas relacionadas con las vulneraciones se vinculan "a las desigualdades sociales arraigadas y recrudecidas por la forma en que hemos construido nuestra sociedad".

En este contexto, algunos de los conflictos que se viven en instituciones de cuidado infantil, opinan, "superan con creces los motivos de ingreso de los niños y niñas que allí se encuentran, complejidad que contrasta con lo que es posible de observar en los diagnósticos y planes de intervención en muchas de las ofertas programáticas del sistema de protección a la infancia".

Más allá de las investigaciones concretas, los académicos sugieren que al menos parte de las estrategias futuras se deberían relacionar con "la conservación los vínculos existentes, ya sea, haciendo partícipes a sus familias cuando sea posible, o a través del diverso personal que convive diariamente con los niños y niñas". Al respecto, enfatizan en la necesidad de acudir a las historias de las comunidades, "comprendiendo que la restitución y ejercicio de derechos deben ampliarse a una perspectiva colectiva y no tan solo individual, donde cualquier reparación tiene que ver con la posibilidad de las personas de establecer un modo particular de lazo con la cultura y la sociedad, en que el Estado ha posibilitar las condiciones mínimas para aquello".

Finalmente, los investigadores remiten a los dos objetivos de los hospitales bajomedievales que acogieron a menores abandonados. El primero, aseguran, fue que sobrevivieran a los primeros años de vida, debido a la alta mortandad infantil. "Lo segundo, que luego pudieran integrarse definitivamente en la sociedad; los niños mediante el aprendizaje de un oficio y las niñas, trabajando en otras casas con el fin de reunir parte de la dote necesaria para el matrimonio".

Frente a todo lo anteriormente expuesto, Illanes y Morales se preguntan ¿Cuáles son las estrategias del siglo XXI? ¿En qué ha cambiado la relación de la sociedad con la infancia del ayer y la de nuestro presente? y responden que si bien, "los diversos estudios históricos sobre la infancia, permiten poner en perspectiva que las instituciones que forman parte del SENAME", estas deberían desempeñar un papel que fuese incluso más allá que la protección de los derechos del niño o la restitución de los mismos, ofreciendo una mirada sobre la infancia como parte integrante y partícipe de la construcción de una sociedad.  

Al volver al presente, los académicos plantean que la discusión sobre una nueva legislación para la infancia en Chile, debería considerar el aporte de la historia no sólo al explicar cómo las instituciones que se han hecho cargo de los niños más vulnerados se han desarrollado a lo largo del tiempo, sino también "en comprender qué lugar le damos a la historia como parte constituyente de la infancia y cómo los lazos afectivos son fundamentales para la vida en comunidad". 



INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Violeta Bustos, Dirección de Comunicaciones