Profesor José Ragas innova con una aproximación tecnológica a la Historia


 

jose ragas pucEl profesor José Ragas se incorporó a nuestro Instituto al incio del segundo semestre, luego de ser seleccionado en el Concurso Internacional para un puesto en el área de Historia Mundial Contemporánea, que se realizó el año pasado.

José Ragas es Doctor en Historia por la Universidad de California, Davis, y cuenta con un Minor en World History por la misma institución. Entre 2015 y 2017 fue investigador postdoctoral de la Fundación Andrew W. Mellon en el Departamento de Science & Technology Studies (STS) de la Universidad de Cornell. Sus áreas de interés abarcan la cultura política, la historia global contemporánea, y la circulación de tecnologías y su apropiación por sectores populares. 

 

¿Por qué se interesó en el Instituto de Historia de la Universidad Católica?

Ya tenía vínculos con colegas chilenos y con Chile también. Estaba recordando que la primera vez que vine a Chile fue como parte de un viaje escolar hace varios años y no me imaginé que iba a terminar estudiando y trabajando acá.

Me he sentido muy cómodo y llegué no hace mucho y eso me sorprendió porque llegué, comencé el semestre y ha sido demasiado fácil. Es la transición más fácil que he tenido en todo este tiempo que he estado en varios lugares, así que estoy feliz en el Instituto y en la Universidad.

 

¿Qué conocía del Instituto?

Su reputación, está muy bien considerado tanto a nivel de ranking como de los egresados, y también del tipo de aproximación a la historia que se realiza, con gente muy seria, que investiga bastante y es un tipo de aproximación por el cual yo me siento muy cómodo porque es muy creativo, en el sentido interdisciplinario, por ejemplo, que está siempre renovando perspectivas. Entonces, eso también influyó en mi decisión de venir al Instituto a trabajar de manera permanente.

 

¿Cuáles son sus áreas académicas?

Yo hice un doctorado en EE. UU. con un profesor peruanista, pero mi interés fue un poco más allá que el área peruana. Hay dos áreas que me interesan: una es el área global, esta visión que es ambiciosa y bastante amplia de no solamente privilegiar EE.UU. y Europa, sino también tomar al mundo como un solo espacio; y por otro lado, que es el que estoy desarrollando ahora, la ciencia y tecnología. Y son justamente los dos cursos que dicto aquí para colaborar, entrenar y enseñar a alumnos de diferentes disciplinas, no solamente historia.

 

¿Qué cursos esta impartiendo en estos momentos?

Enseño dos cursos: Historia Mundial Contemporánea, que es el curso con la plaza que gané, ahí tengo 110 alumnos y va creciendo cada día que veo la lista, todos de pregrado y muchos de College. Hace mucho tiempo que no dictaba este curso, lo había dictado por un buen tiempo en Perú, de hecho, es el salón más grande que he tenido hasta ahora. Un poco intimidante a veces, pero también es gratificante poder trabajar con un grupo tan bueno de alumnos, es muy interactivo y entretenido trabajar con ellos.

El segundo curso es ya un poco más avanzado porque es para diferentes áreas, que es el de Ciencia, Tecnología y Sociedad, y ahí vienen alumnos de diferentes áreas: de Historia, Ciencias Sociales y muchos de Ingeniería, por ejemplo.

Es un curso que tiene que ver en lo que yo me formé antes de venir acá: trabajé como docente e investigador en la Universidad de Cornell y de Yale. En Cornell hice un postdoctorado en el departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad, a partir de ahí me interesó mucho ver cuál es el rol de la ciencia y la tecnología en el mundo contemporáneo.

Entonces, la idea es crear un espacio de análisis donde podremos traer alumnos y también profesionales que tienen diferentes visiones de las ciencias sociales, y así se puede aprender mutuamente.

 

¿Es difícil innovar en la historia con un acercamiento tecnológico?

Depende de lo que entendemos por historia. Algo que me gustó mucho del Instituto es esta apertura que tiene por el concepto de historia, que no es solamente la cuestión del pasado, no es como hace unos años, de aprender fechas, por ejemplo; es más bien la historia no como un tema o como un conjunto de datos e información, sino como una herramienta analítica.

La idea de incorporar la historia dentro de la rama de tecnología es justamente para entender que no todo lo que se produce es nuevo y que tiene un correlato y un impacto en la sociedad.

 

Usted administra un blog de historia llamado “Historia Global Online” ¿Cuál fue la motivación para crearlo?

Es cómo llevas estos conocimientos académicos fuera de tu oficina, cómo tratar de llevar lo que uno aprende, lo que uno trata de explicar a un público mucho más amplio.

En caso de las ciencias sociales y la academia, es que ese conocimiento aterrizado no signifique subestimar al lector. Y hay que aprender de los lectores.

La idea de tener este blog o las redes sociales por las que me muevo bastante, o en la prensa, con columnas y textos, es establecer un dialogo, una cuestión de respeto, más que de arriba hacia el resto de la gente. Yo aprendo mucho de los comentarios que me dan y también cuando dicto clases: es una retroalimentación. http://historiaglobalonline.com

 

¿No cree que la tecnología puede contaminar la veracidad de la historia?

De hecho, es algo que vamos a ver la siguiente semana en clases, que es todo esto de “fake news” y la verdad alternativa. Entonces, precisamente algo que permite el análisis histórico es trabajar con muchos datos y siempre estamos confrontando información, nunca creemos, somos bien desconfiados, tanto con la gente como con los documentos, porque entendemos que la información se construye: siempre tenemos que ver quién escribe la información, en qué momento y con qué propósito.

Eso es lo que pasa con la tecnología y con las redes sociales; ves que hay mucha gente que comparte información pensando que es información neutral y realmente no lo es.

 

¿Cómo ha visto la motivación de los alumnos con esta forma de aprendizaje?

Es transmitir el asombro que me causó cuando empecé a estudiar historia, tuve dos profesores muy buenos que fueron mis mentores en Cornell y en cada clase quedaba maravillado por las posibilidades que ofrecían.

En las clases yo siempre parto con un ejemplo muy concreto y cotidiano y esas cosas, por sencillas que parezcan, tiene que ver cómo insertamos la tecnología en una compleja red de significados y también de relaciones sociales.

Es un campo relativamente nuevo, pero creo que ofrece muchas posibilidades para repensar aspectos sobretodo técnicos y científicos que tienen que ver, no solamente con la parte de innovación o invención, sino por ejemplo acceso a democracia, a recursos y a justicia. Es insertar esto en una serie de problemáticas sociales y políticas en la actualidad.

 

¿Cuál es su objetivo como docente e investigador en el Instituto?

El Instituto y la UC tienen un perfil muy fuerte de investigación, entonces yo uso las clases también para ir preparando parte de la investigación porque la idea es continuar con ese tema, que son las tecnologías globales. Además, estoy terminando el manuscrito del libro basado en mi tesis doctoral, de cómo se crea el sistema de vigilancia, pero esto lo llevo al caso de Perú en el siglo XIX, mucho más temprano de lo que conocemos ahora con las cámaras y los bancos de datos genéticos. Es para ver cómo se insertan esos sistemas de huellas digitales y de reconocimiento facial, pero sus orígenes; cómo empiezan a insertarse en sociedades que han salido recién de dominios coloniales. Eso es lo que espero ir trabajando a nivel de escritura

El siguiente proyecto también es de tecnología, pero ya un poco más ambicioso y tiene que ver con los inicios de la actual era de calentamiento global. Me interesa ver cómo las personas enfrentaron estas olas de calor o esta transición de la pequeña edad de hielo a mitad del siglo XIX con la actual época de calentamiento global, por ejemplo, a través del acceso a hielo; y sobretodo me interesa la circulación de hielo a partir de glaciares que traían desde Alaska hasta San Rafael en el sur. Es a nivel de todo el Pacifico

 

En el poco tiempo que lleva en el Instituto ¿cómo ha sido la experiencia con sus colegas?

Muy buena, de hecho, ya conocía a algunos de ellos, ya los había leído y tenía conocimiento de sus trabajos. Y el recibimiento ha sido muy cálido y esa ha sido una razón que me ha permitido insertarme tan rápidamente aquí.

Hay una cosa que me gusta mucho del Instituto: el ambiente de comunidad. Uno puede contar con ellos, y yo los he molestado varias veces. Nos saludamos todos los días y hablamos sobre de qué manera podemos ayudarnos unos a otros. Y eso es algo muy importante, la investigación y trabajo académico no es solamente cuánto públicas o cuántas horas dictas, sino que también la calidad de vida entre colegas, solidaridad también. Eso es una cualidad que he encontrado en el Instituto.