Profesor Jorge Rojas publica libro que aborda el rol del Partido Comunista y su relación con el Gobierno de Gabriel González Videla


Luego de siete años de investigación con dos proyectos Fondecyt, nuestro profesor Jorge Rojas publicó el libro "Años turbulentos. Los comunistas durante el gobierno de Gabriel González Videla, 1946-1952" (Biblioteca Nacional - Centro Diego Barros Arana, 2022), que aborda la compleja etapa en que el Partido Comunista de Chile participó por primera vez con ministros al interior de un gobierno, para luego tomar distancia y terminar en la oposición, enfrentando varios años de exclusión institucional.

Conversamos con el autor del libro, quien señala que no es la primera vez que analiza el rol del Partido Comunista en la historia política, cultural y social chilena: “Había trabajado el Partido Comunista en varios momentos, como cuando investigué el movimiento sindical bajo el primer gobierno de Carlos Ibáñez. Incluso cuando trabajé el tema de la infancia, me aparecieron organizaciones de niños comunistas”.

Pero este tema en particular, del papel que jugaron los comunistas durante el gobierno de Gabriel González Videla, le rondaba hace un tiempo: “Lo que me impulsó a nivel coyuntural fue la participación del PC en el Gobierno de Michelle Bachelet. En ese momento decidí a postular a un fondo concursable, lo gané y empecé a trabajar el tema de forma más sistemática”, recuerda.

Este libro integra dos proyectos de investigación Fondecyt: el primero, de 3 años, abordaba la participación de los comunistas en el Gobierno de González Videla con ministros. Una vez concluida esa investigación, quiso complementar ciertos aspectos que descubrió con respecto a la participación de los comunistas y cómo se produjo el quiebre: “Daba más unidad al periodo y pensé finalizar este segundo Fondecyt, de 4 años, con un libro”, agrega.

El profesor indica que, si bien no era primera vez que el Partido Comunista participaba en una alianza de gobierno, porque antes habían estado con Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Ríos, fue la primera ocasión en que insistió en tener representantes en el gabinete, cuestión que era novedosa para el caso chileno.

¿Por qué considera que este periodo es relevante en la historia del Partido Comunista?

Este es un periodo donde es evidente el impacto de la Guerra Fría, aunque al comienzo del Gobierno todavía no se percibía que esta había comenzado, por lo menos en el ambiente local, porque subsistía cierta simpatía con la alianza que se había establecido con Estados Unidos para frenar y derrotar al nazismo. El año ’46, a lo largo de la campaña presidencial, se inició la atmósfera de desconfianza entre la Unión Soviética y Estados Unidos, aunque sobrevivía una alta valoración de la época de Roosevelt.

Si bien esta etapa en sí misma es interesante, también surge la tentación de hacer comparaciones con lo que vino después, durante la Unidad Popular, con la participación en el gobierno de Bachelet y en el actual Gobierno, algo que no tenía contemplado.

A lo largo del texto se esbozan algunas diferencias y similitudes entre lo que ocurrió durante los años 40 con procesos posteriores, pero básicamente el texto es un estudio en profundidad del momento, con todas sus particularidades.

 

¿De qué manera afectó la Guerra Fría en Chile en el quiebre del Gobierno con el Partido Comunista?

Hubo algo de presión externa por la polarización que se estaba produciendo, y a Estados Unidos ya no le simpatizaba mucho que algo así estuviera ocurriendo en su campo de influencia. Pero tampoco fue el único factor que explica el quiebre. Hubo varios factores locales producto de la estrategia que desarrolló el PC para enfrentar el creciente aislamiento a nivel internacional.

El libro se enfoca más en detalle en el escenario nacional. No es un libro orientado al tema de la Relaciones Exteriores, sino volcado a los factores locales, teniendo de telón de fondo el contexto internacional.

 ¿Por qué el PC apoyó y fue parte del gobierno de Gabriel González Videla y luego creó grupos paramilitares para derrocarlo?

Fue un quiebre paulatino porque, como se indica en el libro, el interés de los comunistas por prolongar esta alianza con los radicales para llevar una candidatura común en el año ‘46, deriva de su crítica a la experiencia del Frente Popular con Aguirre Cerda y de la Alianza Democrática con Juan Antonio Ríos.

Frente a ambas experiencias, el PC consideró que había hecho excesivas concesiones a sus aliados. Esta vez el propósito fue llevar a cabo el programa con mucha mayor fuerza con González Videla. Para asegurarlo, planteó como una condición llevar ministros y así tener más certeza de que el programa se iba a cumplir.

También influyó el ambiente bélico de la guerra y la posguerra, con guerrilla antifascista en Francia, Italia, Grecia, España. Existía la convicción de que para alcanzar ciertos objetivos políticos se podía utilizar la fuerza de las masas organizadas, incluso armadas. En la portada del libro aparece un afiche de un periódico comunista, donde se muestra el ambiente que existía en los meses en que González Videla triunfa en las elecciones en septiembre y se produce la espera de la ratificación del Congreso, en octubre. En ese afiche se muestra una masa supuestamente expresiva del contexto nacional, de un pueblo que está dispuesto a defender, incluso con las armas, el triunfo de González Videla.

Este ambiente de llegar hasta las últimas consecuencias para alcanzar ciertos objetivos políticos es característico de este periodo. Esta simpatía por un pueblo armado dispuesto a defender ciertos objetivos surge en los años ‘45 y ‘46, y eso va a acompañar tanto la elección misma, la espera de la ratificación de González Videla a la Presidencia y los primeros meses del Gobierno.

El tránsito hacia una oposición fuerte contra González Videla, que incluye la organización de grupos armados, no fue tan sorpresivo y ya tenía un recorrido. La simpatía por la estrategia armada, combinándola con la estrategia política, rondaba al Partido Comunista, incluso antes del triunfo de González Videla. Cuando se produce el quiebre, con acusaciones mutuas de traición, el Partido Comunista, no demora mucho en hacer llamados a una ofensiva contra la dictadura de González Videla, aun cuando no todos los comunistas se sumaron a este diagnóstico y a esta estrategia de lucha.

¿Qué situaciones confluyeron para que haya catalogado este gobierno como “años turbulentos”?

Fue un periodo de aprendizaje político para todos los partidos. La llegada de la Guerra Fría sorprendió a varios, sin tener claridad sobre cómo reaccionar frente a este nuevo contexto internacional.

Las fricciones que empiezan a surgir el año ‘45 y ‘46 entre la URSS y EEUU algunos las consideraron conflictos menores que podían revertirse para retomar esta alianza que se había producido durante la II Guerra Mundial. No era tan evidente que estábamos ad-portas de la Guerra Fría.

Cuando se produce el quiebre con el PC, González Videla tuvo que mostrarse ante EE.UU, sin sospecha alguna, como un genuino líder anticomunista. Ese exagerado fervor anticomunista de González Videla es producto, en parte, de la estrecha alianza que había promovido con el PC. De ser ferviente partidario de los comunistas al interior del Partido Radical, a diferencia de otras vertientes del partido, que eran más recelosas, tuvo que pasar a una furiosa campaña en contra. Eso también explica la agudización del conflicto.

Eso no significa que esta persecución a los comunistas, que incluyó aspectos inéditos como quitar el derecho a voto a 20 mil personas en Chile, haya tenido igual impacto en todo el periodo. Hubo largos meses en que la legislación represiva se aplicó muy parcialmente.

Son años turbulentos, pero no de persecución permanente. Fue una etapa convulsionada, en parte por la propia estrategia adoptada por el PC que se plateó en una posición ofensiva, muy radical hacia González Videla, llamando a su derrocamiento, que no rindió los frutos que se habían propuesto. No encontró ningún aliado en esa cruzada y tuvo que retroceder. Ese zigzagueo no estuvo exento de conflictos internos, porque había grupos que cuestionaron la dirección del PC.

Algunos comunistas estaban dispuestos a todo por el derrocamiento de González Videla y llevar a cabo una lucha más frontal en contra del capitalismo sin dejarse embaucar por lo que se consideraba la democracia burguesa. Sin embargo, súbitamente, la dirección del PC cambia, adopta un tono más pragmático y empieza a insertarse en el ambiente electoral, surgiendo finalmente la candidatura de Allende.

¿Qué podemos aprender de lo que pasó en este periodo y aplicarlo en la actualidad?

Creo que hay algunas reflexiones que son interesantes. Una se refiere al tema de la democracia, que el PC comenzó a revalorizar, por los beneficios que generaba para su accionar político. Al parecer, no hubo una reflexión de fondo sobre la democracia como fin o como medio, debate que tampoco surgió con posterioridad, cuando a fines de los años 70 el PC optó por la lucha armada para acabar con la dictadura de Pinochet. Cuando decidió frenar ese tipo de acciones, tras fracasar su objetivo de provocar su caída, volvió a aparecer el fantasma del quiebre con los grupos que se habían acostumbrado a privilegiar la vía armada.

También se puede reflexionar sobre los límites institucionales para quienes amenazan la democracia. ¿Podemos defender la democracia restringiendo la acción de quienes no creen en ella o hay que garantizarles también a esos grupos un espacio? Ese debate apareció en estos años, a raíz de la Ley de Defensa de la Democracia, cuando se estaba discutiendo su promulgación y luego cuando se presionó para derogarla o no aplicarla.

También lleva a la reflexión la reacción que surgió frente a la persecución de los comunistas en el periodo en que ésta fue más fuerte. Es interesante ver cómo distintos sectores reaccionaron, porque la solidaridad no surgió solo por parte del círculo más cercano, al interior de la izquierda, sino también de algunos adversarios políticos, entre ellos los conservadores.

Finalmente, hemos observado la presencia de una cierta cuota de irracionalidad en los actores. Hubo azar e imprevisión, actitudes erráticas, que muchas veces se pasan por alto. En general en la historiografía se tiende a buscar causalidad y explicaciones lineales. Lejos de eso, descubrí que ciertas consecuencias no se produjeron por una acción consciente, lógica, predecible, sino de sorpresivas alianzas, accidentales coincidencias en tomas de posición, resultados imprevistos y cambios de estrategias. La primera candidatura de Allende en 1952 tuvo esos componentes.

¿A quiénes está dirigido y pensado este libro?

Por la extensión, el libro tiene más de 800 páginas, cualquiera diría que es un libro denso, pero, al detenerme en muchos incidentes que no son menores, me parece que la secuencia de situaciones va atrapando al lector, observando cómo se desencadenan ciertos hechos, y cómo los comunistas se sitúan en este periodo.

El libro está ordenado en un sentido cronológico, mostrando los distintos tiempos. Preferí darle una secuencia cronológica porque me parece que la lectura se facilita cuando uno va describiendo los escenarios y cómo van cambiando. Esto incluye lo que estaba pasando en América Latina, lo que permite situar a los comunistas en este contexto también.

 

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