Publican los mejores seminarios de la Licenciatura en Historia


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Desde 2004 y como una manera de homenajear al destacado historiador Simon Collier, todos los años el Instituto de Historia prepara una publicación que reúne los cinco mejores seminarios preparados por alumnos de los distintos seminarios de investigación que se dictan en el pregrado. La iniciativa busca estimular a los futuros historiadores a iniciarse en la investigación.

En esta versión 2012, el volumen se inicia con el trabajo que recibió la máxima distinción: “Para engrandecer el alma, fortalecer el espíritu y afrontar con mayor seguridad el porvenir, de la alumna Francisca Espinosa. El texto aborda la fiesta de la primavera que se celebró en el Chile central desde inicios del siglo XX. Esta celebración, que en sus comienzos fue organizada por la élite y los jóvenes universitarios en Santiago y Valparaíso, se consolidó hacia 1910, pasando a ser un referente cultural para las provincias. Como concluye la autora, “en estos espacios periféricos provinciales, donde convive lo moderno y lo tradicional, la celebración primaveral actuaba como un aparato de representación para sus élites juveniles (y en menor medida de la clase media), que expresaba el deseo de mantención de un orden establecido en un afán modernizante pero a la vez tradicional, de contención de conflictos, politización y crítica”.

Por otra parte, el alumno Javier Mardones, abordó el tema de los hippies en Chile con su artículo “De apóstoles por la paz a profetas del apocalipsis social”. El trabajo indaga en el concierto que se desarrolló durante tres días en Piedra Roja, en octubre de 1970, al modo de Woodstock. “Las consecuencias sociales y políticas que conllevaría la concreción de tres días de paz, amor y música en Chile, nos obliga a sospechar que dicho festival implicó más que un evento musical”, afirma el autor, agregando que “vemos una irrupción cultural de un modo de vida juvenil que no correspondía con las formas de identidades políticas de nuestro país”.

La educación en Chile, específicamente el rol que jugó el Liceo Abate Molina de Talca, es el tema que aborda María Jesús Martínez-Conde. Como se explica en el trabajo, a partir de 1920 en Chile se llevó a cabo un proceso en que se intentó adecuar la educación a las necesidades de los niños, de modo que fueran más libres, participativos y creativos. El Estado entonces asume un rol activo como protector de la infancia. Es en este periodo que se inaugura el liceo de Talca, convirtiéndose en un verdadero hito, aunque vivió en un ambiente de carencia permanente. Como afirma la autora, el liceo “buscó siempre trascender, situarse como un establecimiento de calidad en el ámbito nacional y esto lo justificó en su herencia republicana. Pero mientras el liceo intentó llegar a la cima, estar a la vanguardia de la educación, la brecha que lo separó del centro siguió siendo significativa”.

Por su parte, Matías Placencio investiga el tema de la reforma agraria que llevó a cabo la Iglesia en sus propios terrenos, a partir de 1962. “Si bien es cierto que la magnitud de dicho proceso no es comparable con las que se produjeron con posterioridad en nuestro país (durante el gobierno de Frei Montalva y el de Salvador Allende), esta tiene una importancia central en tanto que, según creemos, marcó la pauta”, escribe el autor.

Por último, Karen Rosales ahonda el tema de la infancia en el siglo XVII, especialmente en el interés de los jesuitas por evangelizar a los niños indígenas, quienes eran vistos como “agentes de cambio”. Este proceso convirtió a los ignacianos en las personas más cercanas de los indígenas, los que le valió obtener una posición privilegiada en la Conquista.


Seminario Simon Collier 2012
Textos Instituto de Historia
Pontificia Universidad Católica de Chile
188 páginas