Destacó la búsqueda de una “presencia” en las ciencias humanas, es decir, la tendencia de referirse a las cosas del mundo antes que se conviertan en parte de un mundo, de una cultura, fuera de las fronteras de la semántica o de cualquier distinción cultural. “En las ciencias humanas esta presencia se pone entre paréntesis. Pero este es un fenómeno que no sólo es propio de las ciencias humanas, sino de la modernidad, incluyendo el historicismo o determinada manera de ver la historia”, afirma el académico.

 
Durante su presentación, también hizo una crítica a la filosofía cartesiana. La frase “soy, luego existo”, excluye el cuerpo. “Soy porque pienso, no necesito el cuerpo. Lo pone entre paréntesis”, dice y agrega: “Este es el proyecto último de modernidad. Su leitmotiv es eliminar la presencia”, dice. 

 

Otro ejemplo es el sociólogo alemán Niklas Luhmann, quien propone un observador de primer grado, “que es pura conciencia que observa el mundo”, agrega el académico. “No se puede ser filósofo ni intelectual sin auto observarse”, añade. Esto, porque un observador de segundo grado o que se observa a sí mismo, se da cuenta que el resultado de su experiencia depende del punto de vista, y por otro lado, que hay niveles de apropiación del mundo”.

 

Ulrich se refirió también al concepto de cronotopo o la unidad espacio-tiempo, el entrecruzamiento de la temporalidad y la espacialidad que demarcan el “aquí y ahora”. En el siglo XIX, el cronotopo dominante era un pasado que se dejaba atrás, un futuro abierto de posibilidades y un presente que se reducía a un momento imperceptiblemente breve entre pasado y futuro. Sin embargo hoy, a juicio de este académico, ha surgido un nuevo cronotopo en donde existe un presente amplio de simultaneidades que se ensancha perpetuamente. “Gracias a las nuevas tecnologías,  tenemos todo el pasado a la mano. El presente ya no es transitorio, sino que un presente de simultaneidades que se ensancha perpetuamente”.